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The City That Sorrow Built

¿Todavía alguien leo esto?

Seguro hay mucha basura aquí, cosas que escribía hace ya 9 años, cuando mi vida era distinta, cuando no había mucho sentido. ¿Cuál es la diferencia ahora? Tengo 30 años, he subido de peso, mi metabolismo es más lento, soy más misántropo cada vez que me despierto, odio los festivales, ya no me interesa construir audiencias, extraño con locura vivir en Barcelona, no salgo a fiestas ni a reuniones, casi no tengo amigos, tengo que afeitarme cada 2 días, amo de mejor forma a Emilia y al resto de mi familia. Soy bastante diferente a como cuando regresé de vivir solo en un pequeño apartamento compartido en Sants. Tengo menos ideales revolucionarios, ya no me importa mejorar el estado de la ciudad, salvo por los animales que son abandonados aquí, me gusta rescatarlos cada vez que puedo; no me gusta hacer contacto con gente del medio, me tardo en responder mensajes que me envían personas ajenas a mi círculo, he pensado varias veces en vender todos mis instrumentos y dejar la música...

En fin, todo es muy distinto a como yo lo concebía hace 3 años y creo que se lo debo al hecho de vivir aquí. Quito y yo nunca nos hemos llevado bien. La diferencia es que ahora tengo claro que no es la ciudad en sí, es mi interpretación de ella, mi perspectiva, mi tristeza y como yo la he ido asociando al tiempo y espacio que paso en las calles y en los lugares que frecuento. Lo único que me une a esta ciudad es el vínculo familiar, aquello que yo asimilo y llego a tolerar. El recuerdo de haber vivido algo con alguien en un momento determinado. Fuera de eso, Quito no es un lugar amigable y yo necesitaba escribirlo. Siempre me ha gustado escribir, y creo que lo debo volver a hacer.

No sé si tengo tanto que decir, o no sé si pueda escribir como lo solía hacer. Vuelvo aquí después de casi 4 años, repaso mi última publicación y me doy cuenta que coincide con mi idea actual acerca del arte y su proceso de comercialización. Creo que mi redacción está bastante oxidada como para escribir de forma poética algo similar a esa última entrada. Eso o tal vez no me interesa volver a interpretar un sentimiento que lleva años molestándome. ¿Es contradictorio tener esta idea a tan sólo 3 meses de lanzar el álbum más comercial de Sexores?

Nuevamente pienso que la ciudad nos moldea y nosotros moldeamos a quienes habitan en ella. Personalmente los asocio a seres vacíos, representantes de una élite cultural de cambio de milenio. Los nietos de los boomers. Aquí ya no existe la transgresión, sólo el resultado de un proceso inconcluso, de ideas descartadas después de madurar o de haber tenido hijos por accidente y tratar de esquivar el arrepentimiento. Son la materialización de lo servil, los amigos de todos, los creadores de historias filtradas de 15 segundos, de tendencias. La música ha perdido su valor, el valor artístico. La música pasó a ser nada más que un negocio, uno bueno si sabes a quien te arrimas.

El problema es que la corrosión de este lugar, lastimosamente está afectando mi interpretación del resto de lugares que consumen mi arte. No sé si cuando salga ya sea demasiado tarde. Ya mismo necesitaré ocultarme.

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